La crisis global no distingue entre justos y pecadores en los mercados emergentes

En cuestión de semanas, la tormenta que azota los mercados globales ha borrado de un plumazo lo que las economías emergentes demoraron años en edificar.

En los últimos 30 días, el costo del financiamiento para los países emergentes se ha disparado a niveles que no se habían visto en seis años. El jueves, siguió aumentando.

Los inversionistas son particularmente recelosos de los países que podrían caer en una crisis más profunda debido a sus necesidades de financiamiento y el deterioro de sus fundamentos macroeconómicos. Pero incluso los países cuyas finanzas están en buen pie se están viendo afectados por un menor acceso al crédito y la marcada desaceleración de la economía global.

Según un índice elaborado por la firma de valores J.P. Morgan, la prima exigida por los inversionistas para invertir en deuda de los mercados emergentes es de ocho puntos porcentuales por encima de los bonos del Tesoro estadounidense. Hace apenas un mes, era de cuatro puntos porcentuales. Eso dificulta mucho que los gobiernos obtengan el financiamiento que necesitan para pagar sus deudas o aumentar el gasto para contener un enfriamiento de la economía.

En una muestra del impacto de la crisis en América Latina, los bancos centrales de México y Brasil invirtieron el jueves miles de millones de dólares de sus reservas para frenar el acelerado declive de sus divisas que está poniendo a prueba la estabilidad económica de la región.

Las medidas simultáneas sirven como una fotografía instantánea de una región que ha sido tomada por sorpresa por la celeridad y virulencia del derrumbe de sus monedas. "Estos son tiempos excepcionales que exigen medidas excepcionales", dijo Paulo Leme, economista de Goldman Sachs que sigue América Latina.

El banco central de México vendió US$1.000 millones de sus reservas en dólares mientras el peso alcanzó el nivel más bajo de su historia respecto a la moneda estadounidense. La medida, orquestada por el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, parece haber funcionado en el corto plazo, desatando un repunte del peso. México ha gastado más del 10% de sus reservas en el combate de esta crisis.

En Brasil, donde el real ha perdido cerca de un tercio de su valor desde agosto, el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, ha inundado el mercado local con dólares. Ayer, anunció su mayor intervención hasta la fecha: un programa de canje cambiario de US$50.000 millones cuyo objetivo es proveer la liquidez a los mercados cambiarios a futuro, que prácticamente se ha agotado por la falta de dólares. Brasil también suspendió un impuesto a la inversión extranjera en un intento por interrumpir el éxodo de dólares del mercado.

Las medidas extraordinarias reflejan el rápido giro de los acontecimientos en Latinoamérica, donde hasta hace poco algunas autoridades predecían que sus economías saldrían ilesas de la crisis. Estas previsiones se esfumaron rápidamente en las últimas semanas, a medida que algunas de las empresas más importantes de la región, como la cementera mexicana Cemex SAB y la productora brasileña de celulosa Aracruz Celulose SA reportaban cuantiosas pérdidas ligadas a fallidas apuestas cambiarias.

Aunque el sistema financiero de la región prácticamente no ha estado expuesto a los valores hipotecarios tóxicos que están en el corazón de la crisis financiera, Latinoamérica ha sentido el impacto. El declive en los precios de las materias primas, por ejemplo, está forzando a los gobiernos a replantearse sus planes de gasto.

La mayor sacudida de la crisis, sin embargo, se ha sentido en Europa del Este. Ayer, Standard & Poor's advirtió de posibles rebajas en la calificación de riesgo de Bulgaria y Rusia. Bulgaria depende del capital extranjero para cerrar la brecha considerable entre lo que importa y lo que exporta. Ahora enfrenta "el riesgo de un declive abrupto del financiamiento externo", escribió S&P. Rusia, mientras tanto, podría enfrentar mayores costos relacionados al rescate de su sistema bancario, añadió.

Muchos de estos países no han repetido los errores de finales de los años 90, cuando el alto endeudamiento fiscal en moneda extranjera contribuyó a provocar crisis cambiarias o cesaciones de pagos. Esa experiencia los hace estar mejor preparados para enfrentar la tormenta actual.

Sin embargo, la actual combinación de factores representa "un cóctel relativamente explosivo", dice Michael Gómez, codirector de mercados emergentes para Pacific Investment Management Co. Esos factores incluyen la estampida súbita de los inversionistas extranjeros; el declive de los precios de los commodities; nuevas vulnerabilidades como las apuestas cambiarias fallidas y, en lugares como Argentina, políticas poco ortodoxas como la propuesta de nacionalizar los fondos de pensiones.

Los países con grandes déficit que requieren financiamiento externo se encuentran en una situación complicada. Varios ya se han acercado al Fondo Monetario Internacional para conversar sobre sus necesidades, incluyendo Paquistán, Hungría, Ucrania y Bielorrusia.

El miércoles, Hungría subió sus tasas de interés en tres puntos porcentuales para ayudar a su debilitada moneda, el florín, una medida llamativa en una economía que enfrenta una posible recesión. Tales alzas de tasas son "una píldora peligrosa que podría matar al paciente", escribieron analistas de Danske Bank

Por : Joanna Slater, en Nueva York y John Lyons, en São Paulo

Vía : WSJ Américas

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